miércoles, 10 de octubre de 2007

Pingüinos.




Son incontables los intentos de la naturaleza antes de dar un paso en la evolución... ¿cuantos organismos se han "perdido" en la batalla por la vida hasta que en uno solo se logra un avance casi imperceptible que perdura en el tiempo?

En la misma linea de cuestionamiento de los textos anteriores, me es necesario recurrir a ciertas ideas de un connotado físico llamado Richard Feynman.

Feynman propuso (entre otras cosas) un innovador pero terrible cuestionamiento. Puso en duda la "inteligencia" como un mecanismo producido por la evolución.

En el sentido clásico del termino, evolución es cambio y progreso en el sentido de permitir la permanencia de un organismo. Pues bien, dice el físico: "En una catástrofe de grandes proporciones, algunos organismos como las bacterias seguirían existiendo mientras nosotros no seríamos siquiera un mal recuerdo en algún sistema lejano.

En esa misma linea ¿podemos catalogar a la inteligencia, como un fruto "positivo" de la evolución? Quizás solo sea un fruto mas...


Y asumiendo la edad de la tierra, el argumento de que la inteligencia es un paso "positivo" en la evolución porque hemos primado en los últimos 10 mil años no convence tanto como quisieramos.

Tan solo pongamonos un momento en este caso... estamos en el "camino incorrecto".

¿Un camino destinado a errar?¿O a ser peor de lo que podríamos? ¿Puede trascender este camino? ¿Ha trascendido alguno de los caminos "no acertados" en la naturaleza? Nunca.

Cuestionamientos como esos nos muestran tanto la "inmensidad" de ciertos temas (que nos incumben trascendentalmente), como también la "pequeñez" de nuestra existencia.

A mi entender, mas importante aun que lo anterior, revisar esos temas nos enseña que (para bien o para mal) si no nos aferramos (explicita o implicitamente) a ciertas "certezas", entonces nuestra existencia carece de absoluto sentido.

Por eso son admirables los pingüinos. En su camino de ida y vuelta a cazar morirá 1 de cada 4. Si uno de ellos supiera que va a ser EL el que va a morir, no dejaría de nadar.
Paradojicamente es gracias a eso que ninguno sabe quien no volverá a casa, todos le dan sentido a su existencia a pesar de que uno de ellos morirá...

¡La invitación entonces es a seguir nadando!

Estructuras que definen


Desde que somos chicos empezamos con nuestra inundación de preguntas, entre ellas (y quizás la mas compleja) el ¿porque? de las cosas. ¿Porque no me compras eso mamá? ¿Porque el árbol es tan grande? Porque aquí y porque allá... la inquietud de si existe una explicación para todo.

En el fondo es nuestra forma de tratar de volver mas tangible nuestra "realidad".¿Existe una realidad?

Esta, y todas las otras preguntas se plantean basadas en la lógica de que en general todo lo que conocemos tiene un inicio (nada "es siempre"), o en general nos gusta creer que todo tiene una explicación (AUNQUE no la conozcamos). Nos parece muy raro que nuestro universo "sea siempre", o bien, que no exista "algo que explique todo". Nos aferramos entonces a ciertos conceptos como una "verdad", y desde ella construimos nuestro entendimiento y hacemos nuestras preguntas sobre el "mundo".

En primer lugar, el mecanismo que nos lleva a hacernos tales cuestionamiento es un mecanismo "lógico", "racional" y "basado en la experiencia". Preguntarnos ¿De que color es la pelota? ¿Que había antes del universo? ¿Que lo explica todo? Son preguntas racionales, lógicas : se aferran a conceptos "verdaderos" como la causalidad o los 3 anteriormente nombrados.

Estos conceptos se asumen de por si "buenos" para alcanzar "respuestas", o al menos acercarnos a ellas.
De esta manera, preguntarnos "Porque cae una gota?" es una pregunta "buena" en el sentido de que está basada en la causalidad y la lógica: asumimos que la gota debe ser impulsada por algo, o algo supuso el fenómeno de que la gota, en algún momento, cayera.

Ahora bien, podríamos cuestionarnos ciertas cosas. Y cuestionamientos no vacuos, sino basados en ciertas pequeñas "certezas". Una de ellas, la existencia de la mecánica cuantica que "explica" el comportamiento del "micromundo", los electrones, etc. En este "mundo de lo muy pequeño" existen bastante cosas que a primera vista, nos parecen "sin sentido" pero que al fin y al cabo, SON.

Por ejemplo, que un electrón esté a la vez en dos lugares, o bien que esté en ninguno, y que ambas aseveraciones sean verdad al mismo tiempo nos parece "raro" pero al fin y al cabo es verdadero.

De esta manera, podríamos aferrarnos a esta "verdad" para desde ella construir nuestros cuestionamientos.

¿Pero como? ¿El mecanismo para entender el mundo no era "correcto"?

No alejandonos mucho de nuestra vida cotidiana, la mecánica cuantica predice que los conceptos que usualmente utilizamos para "acercarnos a verdades" o bien "alcanzar respuestas"no tienen ninguna utilidad (ni veracidad) en algunos "lugares" *.

El comportamiento del mismisimo electrón: ni lógica, ni racionalidad, ni experiencia sirven para predecirlo.
Es mas, son los conceptos menos "pertinentes" para explicar el comportamiento de nuestro "micromundo". Micromundo, que por cierto, nos conforma y define.

De ahí que nos hagamos la siguiente pregunta:
¿Será pertinente partir cuestionandonos las cosas, sobre una base conceptual que solo es aplicable en una "parte" de nuestro manoseado "mundo real", y completamente falsa en otra? *.

Siguiendo por esa via, también sería entonces pertinente preguntarse cosas a primera vista brutales, por ejemplo, ¿existen infinitos universos?, o bien ¿este universo está en dos lugares a la ves?... Esto, utilizando ya no la lógica ni la racionalidad, sino conceptos como la "aleatoriedad" (que rige el micromundo, y por lo tanto también "verdadero", si se puede decir así).

En otras palabras, y para ponerlo de una forma caricaturizada, tanto como nuestros cuestionamientos se construyen de la manera antes descrita y producen ciertas estructuras y formas de "acercarnos" a respuestas, un electron (digamos, el electrón Juan) perfectamente se podría preguntar otras cosas:

Juan: Vamos Chile! 0-0 El gol lo metió Salas?
Profesora Electrona: No Juanito, lo metió Salas Y Zamorano.

Nosotros podríamos encontrar una razón (quizás con infinitos factores que la compongan) por el cual la famosa "gota de agua" cae. Para Juan en cambio, no cae por una razón, sino por 7 u 8 al mismo tiempo, excluyentes entre si. Además, Juan también podría plantearse preguntas como: "¿nada es todo?" basado en conceptos "aceptados como verdaderas" en su mundo.(y a nadie le sorprendería que fuera calificado con nota 7 en el colegio de electrones).

Deduzco entonces (mi firme convicción) de que en realidad la verdad no existe como tal, y es tan solo una interpretación. Basta ponerse en "otra perspectiva"... si fueramos electrones, o bien si tuviéramos otro nivel de entendimiento (cualquiera fuere), nuestra interpretación de cualquier cosa sería distinta, nuestras verdades serían otra cosa. Ni siquiera sabríamos si el concepto "verdad" o "realidad" tendría algún sentido.

De la misma manera, y riéndome un poco de la intensidad de estos temas, podría plantear lo siguiente:

Este texto está escrito basado en un lenguaje especifico (lengua, escritura, física)(si no me creen, notar la palabra "deduzco" en el párrafo anterior), creado por cierto nivel de entendimiento (la de un humano), utilizando conceptos que a mi entender son "acertados" (la razón, la lógica).

Desde el mismo momento en que se define de esta manera tan "particular", mi texto podría perder toda validez "a nivel universal" utilizando el mismo cuestionamiento antes utilizado. ¿Es realmente la razón un elemento que nos acerca a la verdad? ¿Existe acaso algún elemento que nos permita esto? Y peor aun, ¿Existe una verdad?.

Nunca me han caído bien los electrones, pero si supiéramos ver lo que ellos ven, al menos tendríamos otra "visión de la verdad".
¡Ya serían dos visiones! Progresaríamos o no.... ¿¿ Cuanto era 2 / infinito ??


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*(el lenguaje aquí ya quedó corto).


miércoles, 5 de septiembre de 2007

Percepción

En mi acepción de las cosas, “el mundo” es paradójicamente NUESTRA construcción del mismo. No vale la pena hablar de “un mundo” y nuestra existencia en el. Mas bien hablemos de “nuestra construcción” del mundo, las interacciones que nos llevaron (llevan) a construir de una determinada forma las cosas y por cierto cuestionarnos sobre las interacciones que nos llevan a relacionarnos con el entorno (y con los demás y sus propios “mundos”).

No es que estemos en distintas dimensiones, pero una cosa, un concepto, nunca va a llegar a ser una verdad absoluta, puesto que, si lo es, jamás llegaremos a alcanzarla (o nos es muy esquiva). Por eso nos conformamos con nuestro entendimiento, nuestra forma de desenvolvernos y al fin y al cabo “sobrevivir”.... nuestra construcción del mundo.

Recuerdo este verano en Brasil un sentimiento tan extraño como fantástico. El de “plenitud”. Todavía puedo cerrar los ojos y al imaginarme ciertos lugares, sentir una aproximación a ese “placer sin sentido aparente”. Solo por estar en Brasil. Y todos (el grupo que viajó) sentimos algo parecido. Fantástico... ¿pero simple?.

Todo es fruto de nuestra acepción del concepto “felicidad”, “amistad”, “compañerismo”, “disfrutar”, etc. Son conceptos que hemos aprendido (asimilado, edificado, pulido, cambiado, creado) a lo largo de nuestra vida. Lo genial de esto, y siguiendo en la experiencia de Brasil, es que todos vivimos de una misma manera “aparentemente” esa sensación en el país del sol. Entonces quedan dos posibilidades. La primera opción es que nuestra construcción de un concepto como “agrado” haya sido el mismo que el de los demás, y llegamos a la misma acepción (sensación, entendimiento, realización) del mismo. O bien, las construcciones fueron distintas y llegamos al mismo concepto (duele decirlo, a la misma “verdad”). No me inclino por ninguna de las anteriores alternativas. En este sentido, cabe preguntarse entonces ¿Qué sentimos? o bien, ¿Qué siente el otro realmente?... ¿Si ambos sentimos “pena”, no sentimos lo mismo? La respuesta es digna de Stephen Hawking: “No sentimos lo mismo, y si lo sentimos, nunca lo sabremos.” Y viceversa.

Y no me refiero a la intensidad (que claramente cambia de unos a otros, y de un momento a otro) me refiero a la forma, a la esencia del concepto en si.

Es tan frustrante como fantástico. Y se nos viene el fantasma de las dimensiones denuevo. Aparentemente vivimos en mundos distintos. Pero esta afirmación no tiene sentido, puesto que fue erigida sobre la base “lógica” de que “todos alcanzamos las mismas verdades”, todos somos “felices” cuando estamos felices, todos estamos “cansados” cuando lo estamos, pero no se hace ninguna diferenciación en el concepto en si.

Y es porque no puede haberla.

Hemos llegado a una conclusión todavía mas oscura (y/o interesante). Es de esta (y no de otra) manera que está definida nuestra existencia. Nuestro mundo no posee “una sola verdad”, o al menos, se escapa la misma de nuestras “fronteras” (y en el caso extremo, si la alcanzamos, jamás lo sabremos). De esta forma, nuestro “mundo” deja el carácter estatico al que el “prototipo” del mismo nos ha acostumbrado. Toma formas, colores, gustos y sensaciones infinitas e inequívocamente, cambiantes “según quien las mire”.


Al fin y al cabo SI vivimos en mundos distintos, pero no nos damos cuenta.

Y volvemos a Hawking, que con su paradoja de los gemelos viajando a velocidades diferentes por el universo, nos muestra como INCLUSO el tiempo es relativo según el observador.

Me detengo ahora, indignado. Todo es relativo, y lo mas probable es que este texto lo hayan entendido de una forma muy distinta a mi.

lunes, 20 de agosto de 2007

Solo si tiene Whisky.

Desde que tenemos conciencia, nos son inculcados (o hemos aprendido) ciertos conceptos con mayor “prioridad” que otros. A algunas cosas les damos mayor “importancia” que a otras. Al principio, “comer helado” es mucho mas importante que “leer”. Después, “hablar educadamente” es mas importante que “correr”, etc. No son esquemas 100% homogéneos en todo el mundo, diferenciándose entre culturas o incluso entre estratos socioeconómicos. Sin embargo en nuestro entorno inmediato (ciudad dentro de un país) podemos hallar muchas similitudes en los “ordenes de prioridad” de las cosas. En el fondo, son “construcciones” de la realidad, que por osmosis la sociedad nos ha heredado.

Entendiéndolo así, también son esquemas que basan su justificación en la misma sociedad que los construye. Podemos poner el ejemplo de dos conceptos en antitesis, “puntualidad” vs “placer gastronómico”: ¿Por qué para un adulto es mas importante la puntualidad en el trabajo, que llegar tarde al mismo por comer (y disfrutar) un chocolate?

Claramente porque de esa manera no lo echan del trabajo, que necesita para subsistir (así ha sido construida nuestra sociedad y hemos crecido con ese paradigma desde siempre).

Siempre me he preguntado si se pudo haber construido nuestra sociedad en base a otros “paradigmas”. O mas simplemente, que pasaría si cambiáramos cierto “orden de prioridades”, y como afectaría esto nuestra calidad de vida. Que pasaría por ejemplo si el concepto de “placer” tuviera una prioridad infinitamente superior al concepto de “eficiencia”, o bien, “puntualidad”. Haciendo este “pequeño” cambio, el mundo tomaría rumbos que siquiera imaginamos.

Todo el que hacer humano tendería al bien propio y común, sin distinciones. Las actividades cambiarían, el concepto de “jornada”, “día” o “noche” perderían sentido o bien no existirían. Sería una atemporalidad, volcada a lograr actividades y/o pensamientos placenteros por sobre las rutinas clásicas de subsistencia que hoy conocemos.

No es fácil imaginarse, ni siquiera proyectar tales cambios en nuestra “construcción adquirida” de la realidad. De ahí el cuestionamiento sobre si la realidad existe como una “verdad” o siempre se basa en construcciones (muy probable y lamentablemente) casi siempre adquiridas.

Jefe: Porque llega a esta hora señor?
G: Jefe, me quedé 5 horas jugando poker con mis amigos.
Jefe: Y habia whisky?
G: Mucho.
Jefe: Bien. Juguemos el lunes que viene?
G: Y si jugamos ahora?
Jefe: Solo si tiene whisky.

Colores.

Sin duda que concentrarse en las cosas es, en general, beneficioso. El estudiante que se concentra en su estudio, el deportista en su entrenamiento, la mamá en sus hijos. Se hacen (y sienten) mejor y mas intensamente las cosas. Pero concentrarse requiere tiempo y energía. De ahí radica la pregunta: ¿Hasta que punto hay que concentrarse en las cosas? Y ¿En que cosas concentrarse? Claramente elegiremos aquellas que nos parecen importantes y buscaremos un equilibrio entre todas ellas.

Es importante acotar que todos tenemos gustos, al menos, distintos. Algunos gozan del arte tanto como otros del deporte. Algunos gustan de la buena comida tanto como otros de bailar. Algunos odian los lugares oscuros tanto como otros no soportan el silencio. Otros jamás han encontrado en los animales algún interés, como la adolescente que jamás ha escuchado música punk por encontrarla poco atractiva (y no especialmente desagradable). Es en este sentido en el que nace otra pregunta: ¿Que tan beneficioso puede ser para cada uno, concentrarse en cosas que usualmente no gustamos, o al menos no damos importancia?

A veces concentrarse en los colores del “Frugelé” y sentir su textura antes de comerlo puede resultar una buena experiencia. O bien, relajarse y poner luz tenue con música de “Chopin” de fondo posiblemente agrade y relaje a mucha gente. Disfrutar la verdadera intensidad del vaso de agua con hielo cuando tenemos sed no es algo que hagan todas las personas...

Son los placeres ocultos de las cosas simples, que no disfrutamos cotidianamente por el solo hecho de no concentrarnos en cosas que nos parecen “poco atractivas”o bien por no darnos el tiempo.

Esto va incluso mas allá, y no solo relacionado con el concepto de “agrado” sino con el concepto de “asombro”. Concentrarse (tomar conciencia integral de algo, lo que lo define, su relación con el entorno, sus cualidades y propiedades y su nexo con nosotros mismos) es un ejercicio que pocas veces hacemos (hago) y que en muchos casos conlleva experiencias y resultados, a lo menos, especiales.


No es raro ver a los niños sonriendo mientras miran fijamente árboles, figuras o colores. ¿Estarán concentrados?...



domingo, 19 de agosto de 2007

Tranquilidad y Euforia.

Me tocó la suerte (¿y si no me hubiera tocado sería para bien?) de ir a una fiesta electrónica. Tocaba un connotado DJ europeo, mas conocido como Yahel. Sin duda que el 99% de los que están leyendo, jamás habían escuchado tal nombre. Hace 6 dias me habría sumado a la lista.

Claramente motivado por lo energético y "rápido" de los temas, comencé a escuchar música electrónica hace mas o menos un año. De a poco empecé a tomarle el gusto. A mi entender, la música electrónica tiene una particularidad: uno la construye en conjunto con el DJ, y no es tan solo un espectador de la misma. En este sentido, y aunque no lo crean, la música electrónica es una buena herramienta tanto para pensar como para bailar. Es tanto un canal de introversión como de extroversión. Peculiar e interesante.

Es así como llegué a una fiesta electrónica. Ya en la fila, una mujer disfrazada de mariposa rosada que no hablaba con nadie pero se movía como tal, llamaba la atención de la gente (y la mía.. "¿que pensará esa mina?.... mierda, que opaco es mi chaleco negro para esta fiesta.."). Nunca supe si era parte de la producción del evento, o una asistente mas. Lo que viví adentro de la fiesta me indicaría luego, que muy probablemente, jamás encontraré esa respuesta.

Entramos: oscuridad, luces laser verdes, humo, calor y música electrónica de la que no te olvidas en dos dias. Un DJ en vivo, y muchísima gente. Pero no cualquier gente. O mejor dicho, si cualquiera. Porque adentro no había exclusión, no había prejuicios, no había dogmas. Desde niñas de 16 años vestidas en tonos claros, pasando por modelos vestidas de forma elegante, un "moises" moderno, un par de hiphoperos del bronx, algunas estudiantes europeas en bikini o una pareja de japoneses de no menos de 60 años sacando fotos. El tipo de 2 metros con rasta que bailaba a ritmo lento con lentes morados no era el centro de la fiesta, era uno mas. Esa relajación en cuanto el "individuo" en pos del sentimiento de grupo era notable.

Diversidad, intensidad, movimientos rapidos y lentos... DJ Yahel en trance poniendo temas que nunca había escuchado. Las proyecciones psicodelicas en las paredes, y los lasers en el humo le sugerian una noche poco común. Casi surrealista, abstracto. La gracia de esta fiesta no son, paradójicamente, los colores y las imágenes. Los personajes o los bailes. Es algo mucho mas sencillo y a la vez abrumador.

El sentimiento que me abordaba, y de seguro a los que cerraban los ojos en la barra de mi izquierda también, era un sentimiento tan extraño como espectacular. Era comunión y flujo, era aceptación sin miramientos, era expresión a través de la música, alegría pero preocupación, era un viaje musical por tu propia realidad, un extraño equilibrio entre tranquilidad y euforia.

Lo que viví en esa fiesta va a trascender en mi perspectiva de las cosas. ¿Que es lo que separa a la música electrónica de las demás? ¿Porque se produce esa empatía con los demás, con uno mismo? ¿Son los factores externos los que lo provocan o nuestra propia disposición?.

Fue mi experiencia aquel dia con la musica electronica como "canal" de introversión y extroversión, notable.

Es un desafío averiguar cosas y uno mayor, admitirlas cuando son evidentes.

.... ¿y si la niña vestida de mariposa sintió profunda curiosidad, casi miedo, al ver a un tipo vestido de chaleco negro observándola en la fila?...



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