viernes, 9 de julio de 2010

Posibilidad

Julio, 2010.

Aquella situación en potencia, que no se ha dado pero que tiene la virtud de que, a diferencia de otras imaginarias, puede darse, se llama posibilidad. La que, en la situación vivencial, es la experiencia del tiempo presente. Aquí y ahora, somos –posibles-.

Vivimos la posibilidad cuando esta deja de serlo para convertirse en experiencia de ser. De todas maneras el ser se puede atribuir a una diferenciación con lo que “no fue posible”. Nada de lo que “no fue posible” somos, porque elegimos lo que fue. Una diferenciación basada en la intención. Una intención que concluida puramente desde la voluntad, se ejerce y se convierte en causa de un cambio: la posibilidad deja de serlo para convertirse en vivencia.

En la filosofía de Descartes, “Cogito ergo sum” se refiere a un orden metafórico entre el pensar y el existir, porque nadie que no piense podrá preguntarse si está vivo. En esa línea, el Principio Antrópico en física teórica enuncia que no debemos alarmarnos por la complejidad de los diversos factores que propiciaron la formación de vida en este planeta (y la consiguiente baja probabilidad de repetirse) por la sencilla razón de si que si hubiera sido de otra manera, no nos estaríamos haciendo esta pregunta.

La primacía del “ser” en la interpretación semántica de ambas proposiciones, tanto filosófica como física, es evidente. ¿Pero que es el ser?

No olvidemos que para Platón, el ser era la idea. Para Aristóteles, la esencia.

Me gusta mas una divergencia de la definición clásica de ser, entregada por M. Heiddegger: ser es el que se puede describir como “ser-en-si” o esencia trascendente y además, “ser-para-si” o “tender hacia el ser-en-si”.

Este ultimo un tender mediado un ejercicio virtuoso; la conciencia. Es saber que somos separados, distintos, singulares. Somos la posibilidad.

Es el “ser-para-si”, aquel que existe y ejerce su existencia en el ahora. Aquel que, dada su condición de ser conciente, no elige ser sino que es. Aquel que está “condenado a ser libre” como diría Sartre. En ese ser-para-si nos preguntamos, sentimos, deliberamos y somos. Quien dijera que conocemos “no para saber sino para ser”, no pondría en aprietos a ningún lingüista.

Este, tranquilo, afirmaría que somos a la vez que conocemos. Somos la posibilidad que deja de serlo, al pensar, conocer, hacer y ser. Investiguemos la posibilidad, que no llegue forzada pero tampoco inesperada. Que llegue querida, que llegue intentada. Es una de muchas, pero agradable como pocas. Es el fruto de nuestra condición humana. No es ni mas ni menos que ejercer nuestra conciencia.

Es exigirnos a respetar nuestras coherencias internas, es aspirar a mas, es soñar, es reír y llorar. Es la complejidad mágica de lo que seremos, solo si queremos. Llenémosla de elección y criterio, que no caiga en el ofuscamiento infundado: que se inunde de alegría y pasión. Es la primera de su tipo, siempre lo será. Porque no tiene antecedente, y de darse, solo tiene herencia. Herencia de la acción conciente, sendero de la voluntad. Es nuestra posibilidad.


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