miércoles, 21 de julio de 2010

Extraño Sentido

Lo que busca cualquier definición de “ser humano”, es darle sentido a una existencia que a ratos parece efímera, y a ratos parece hacerse innegablemente virtuosa y trascendente, por el mismo hecho de ser-existencia.

Lo concreto es que todo ser humano se define en cuerpo (que aporta las nociones empíricas) y mente (que aporta las nociones analíticas). Además su existencia implica entremezcladamente pensar, hacer y conocer (vista la inquisición, el feudalismo o las guerras mundiales del s.xx, no estoy tan seguro de la primera).

Ilustrar una concepción del mundo puede ser entendido como encontrar la propia filosofía, definir que y porqué pensamos y hacemos. Mas que una solución a paradigmas y problemas, se le concede un cierto sentido existencial a la acción: la definición del ser tiene que ver con el que y como, pensamos y hacemos. Esta “definición trascendente del mundo”, tanto seres concientes, se formula desde el aprendizaje de la cotidianeidad, hasta la mas elaborada metodología de reflexión y estudio. Es lo que llamamos ampliación de la conciencia, donde se reduce el contenido de lo no-conciente en forma de “utilidad” dirimida por el individuo.

La conciencia es intención, es un “pushing force” cuya esencia no puede ser descrita. En vez de eso, puede ser “implicada desde algo” que podríamos concebir como influjos de aquella intención. Y no me refiero exclusivamente a la intención racional sino a la chispa mas profunda que hace emerger todo acontecimiento que a la conciencia y a la constitución del ser humano en todos sus niveles, concierna.

Influjos de la intención:

a. HERE I AM
O “Aquí soy, aquí estoy”. El nombre revela que de este influjo se derivan dos opciones, en ninguna de las cuales el elemento humano “conciente” hace parte del análisis.

Así, la esencia de la intención puede ser un devenir biológico fruto de la evolución, que ha adoptado beneficios de su recorrer temporal y ahora tiñe como “elecciones” la deriva que expresa en el medio. La intención biológica es la que prima.

O bien una segunda opción, en una dimensión física y considerándonos como materia, producto de un devenir progresivo y temporal en la historia del universo, donde nada nos indica que este “evoluciona” sino que cambia de estado de mayor a menor orden, temperatura y densidad.

Demasiado biologicista la primera opción, e insatisfactorio no considerar el elemento “vida” en la segunda.

b. I CHOOSE
Ya concebir la intención como un fenómeno, nos da a entender que la “intención” como concepto figura en nuestra mente y además encuentra su esencia en ella, la conciencia no es nada mas que intención en constante proceso creativo. El ser humano es capaz de ejercer su libertad en proceso conciente y a ese proceso le adhosa sentido. De todas maneras la relación individuo-medio también tiene que ver en este proceso y enunciarlo así, aunque idealista, no deja de tener vestigios biologicistas.

Aunque son solo dos de un desconocido listado, este ser inserto en la temporalidad, en su circunstancia y existencia, “es” tanto ser biológico y conciente, lo que no desviará de estos dos focos el “argumento de sentido o intención”, para una teoría que no sea teológica. Es por eso que también debemos enunciar las teorías teológicas, que aunque innumerables, dejan espacio a 3 focos posibles generales:

1. GOD CHOOSES
En este caso es Dios quien representa el sentido, o bien, lo “elige”. Dios se puede concebir como ser absoluto o ser de los seres, por lo tanto, omnipotente -todo lo puede-, omnisciente -todo lo sabe-, omnibenevolente -representa un valor moral del bien- y omnipresente -está en todos lados y tiempos-. Y su revelación es la interpretación de las distintas religiones. La intención no sería “nuestra” primeramente sino de Dios, y nosotros tendríamos el raro privilegio de experimentarla. Demasiado místico.

2. GOD LET US CHOOSE
Iñigo de Oñez o San Ignacio de Loyola, concibe en Jesús (Dios que se hace padre, hijo y Espíritu Santo) la revelación del amor, y por ende del sentido encaminado en líneas de entrega, comunión y unidad con el prójimo en un contexto de libertad fraterna. Entonces la libertad y el amor, como definición humana en el acto de Amor de Dios (que nos muestra en carne y vivencia el mensaje de amor entre el hijo (Jesús) y el Padre -expresiones de El mismo-), es la que entrega sentido.

3. NO GOD
Dios no existe.

Luego, podemos relacionar el plano teológico con su escenario mas probable:

1. GOD CHOOSES
a) HERE I AM

2. GOD LET US CHOOSE
b) I CHOOSE

3. NO GOD
a) HERE I AM
b) I CHOOSE


* Como se observa, 2 es coherente con b) y 1 es coherente con a).
* A y B son explicaciones existenciales de sentido, o basadas en la existencia.
* 1,2 y 3 son explicaciones teológicas de sentido.

Asumirlo de manera teológica implica la paradoja de la existencia del mal, cuya formulación simple es “Si Dios es omnisciente, sabe que existe el mal, pero al ser omnipotente, al parecer quiere que exista. Si no quisiera, significa que no puede detenerlo y eso implicaría una negación de su omnipotencia.”

De esta manera, o Dios es malo, o no puede detener el mal, o no quiere o no sabe que existe y alguno de sus 4 atributos se ven violados y negada su naturaleza divina.

Pero, ¿quien sabe cual sea la voluntad de Dios? Al fin, “es bueno lo que Dios quiere que sea bueno”.

Esto nos deja en un callejón de cuatro salidas: un cruce.

Por un lado está Dios, quien le confiere sentido a nuestra existencia, innegablemente en un acto de amor (al dejarnos elegir o bien al entregarnos el mundo y la vida). La paradoja del bien y el hecho que nos ame son factores que sugerentemente cierran la puerta a esta salida en forma racional y la colocan en el ámbito de la fé.

Por otro lado, está el ser humano definido por su propia filosofía y encuentro con sus coherencias internas en una construcción y reflexión constante. Esta opción sugiere además un sentido muy poético de la definición de libertad. Nuestro sentido se encuentra en el acto conciente de elección libre.

En tercer lugar está el sentido entendido únicamente en la dimensión “biológica evolutiva” o bien “física universal” del ser humano. La primera nos asemeja a cualquier otra forma de vida, y la segunda a un trozo de materia en el vasto universo. En ninguna de las dos se considera la conciencia un elemento que haga alguna diferencia. Parece poco convincente; a la vez asusta.

Puede ser planteado también como una evolución de sentido, que en un primer momento fue biológico (evolutivo) y ahora con el surgir de la conciencia (hace menos de 30 mil años), ha tomado los matices que el propio ser humano ha querido darle en su “evolución diseñada”.

Esta última salida plantea una inquietud en la línea de que el sentido cambiará según las características de la existencia, lo que invierte la causalidad y le da un carácter primario a la existencia sobre cualquier otro “sentido” trascendente.

De todas maneras enunciarlo así propone el cuestionamiento sobre lo virtuoso de la conciencia y sus alcances insospechados. ¿Que es al fin la conciencia?

¿Atributo humano intrascendente, ejercicio de libertad o motor de sentido?.

Al menos hemos encontrado algo con certeza, una pregunta con sentido.

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